Palabras

Carlos Piqueras Medina: Costeros de terraplén

By febrero 12, 2019 diciembre 16th, 2019 No Comments

Cercanos a Villamanrique, a las afueras del pueblo, como candiles que se pliegan por los desagües de la Sierra, se forman por el lado noroeste algunos promontorios de limo , que por el tiempo y las grietas que los calan en los implacables estíos, se parten en mitades o cuartos para dejar a la vista la estratificada antigüedad de los terraplenes.

Curiosidad y admiración producen al que observa el hato de vacas bravas, que pastean sus planicies, cómo bordean sus cuestas y cómo retrancan en la bajada las que se aventuran por la pendiente abajo hasta el rastrojo.

Las pequeñas mesetas de relleno de siglos son buenas para la siembra y cercanas al “acarreo”. Son particiones familiares, en suertes de dos fanegas de tierra, de cincuenta varas en cabecera y largas hasta el camino del Hueco.

En tiempos, en un pequeño restregón del suelo y como a un kilómetro del pueblo, se asentaba la caseta del peón caminero, que arreglaba las cunetas y zanjares de la carretera a la Torre. Esta carretera, sigue pasando por en medio de uno de los terraplenes y sigue siendo distancia cómoda para el paseo en los atardeceres del verano.

Estamos al sur-sur del Campo de Montiel, donde comienza Sierra Morena por San Cristobal, el Vizcaíno, la Rinconada, el Cerrajero y sus veintiún kilómetros de entresierras hasta la andaluza Aldeaquemada y el mismísimo Despeñaperros.

Por aquí, Cervantes retiró al malparado Don Quijote después de la refriega con los galeotes, “… y guiando Sancho sobre su asno, se entraron por una parte de la Sierra Morena, que allí junto estaba, llevando Sancho intención de atravesarla toda e ir a salir al Viso, o a Almodóvar del Campo y esconderse algunos días por aquellas asperezas, por no ser hallados si la Hermandad los buscase”.

Aquí, en estos pueblos del Campo de Montiel, se conjugan fielmente los delirios y las razones, el alto y el llano.

Carlos Piqueras Medina