cabecera el campo

Lo primero que te sorprenderá cuando pises esta tierra, es la belleza de su entorno, sencillo, apacible e intenso. Un mar de tierra cuarteado por bellos colores repletos de matices. Es el lugar preferido de la luz para sestear apaciblemente. Están todos: verdes, rojos, ocres, pardos, naranjas, azules, amarillos… todos tranquilos y sumisos a esta tierra que juega con ellos a su antojo, dándoles o quitándoles la vida y transformándolos en pinceladas maestras de color que alegran nuestra retina y serenan nuestro espíritu.

Dependiendo de las fechas de tu viaje, podrás disfrutar de diferentes gamas cromáticas, ya que esta comarca, el Campo de Montiel, tiene la capacidad de transformarse en apenas quince días. El otoño es una inmensa manta de suaves ocres y pardos. Las deseadas lluvias invernales, elevan los tonos un grado más haciéndolos más intensos y profundos. Si vienes en primavera verás como el color estalla y solo la tierra, esta tierra, es capaz de sujetarlo, dibujando tapices de colores bien definidos. Cuando la primavera se hace mayor y el sol comienza a robarle el azul a los campos de trigo, el espectáculo cromático es tan vivo que nos traspasa y nos aporta una paz inigualable y, en verano, el Campo de Montiel es el desolador espejo del Sol, que año tras año quiere hacerlo suyo sin lograrlo.