Palabras

Mª José Manzanares Castellanos: Tapices de colores

By febrero 12, 2019 febrero 7th, 2020 No Comments

En estas tierras llanas del Campo de Montiel, de sol abundante, donde el cielo en los momentos de máximo esplendor se enseñorea lúcido por sus valles y declives, deslumbrando el firmamento de azul añil y blanco, como nuestras fachadas pintadas a imitación perfecta de la naturaleza.

Cada rayo de luz abrasadora de nuestra Tierra penetra en todas sus briznas, en cada yerba y maleza, en cada flor, para buscar el perfecto contraste del color de la amapola, de la margarita común de nuestros campos, de la belleza insondable de los árboles frutales, olivos y carrascas. Manchas moteadas de almendros en flor, de chaparros, de vid, en un campo y en un cielo infinito donde el horizonte se confunde como en la mar. El verde es más verde en la luz luminosa y clara, el cereal se asemeja en su brillo al esplendor del oro en agosto.

Luce como dueño absoluto todo este vergel en la Primavera, el Otoño nos aporta otros anteojos de matices especiales, y se adormece, no sin dejar de ser bello en el Invierno duro y crudo que nos inunda lloviendo sobre terruños matizando aromas salvajes mojados.

No nos privamos de nada, ni en la crudeza rústica y amplia del pasar de las estaciones por estos bonitos parajes.

La luz es siempre el gran protagonista de la belleza de estos campos que destilan los colores de majestuosos tapices sembrados. Campos de arcilla roja, de tierra blanca, amarilla y negra, labrados con tanto sudor de pan y hambre, como los alfares que aún perduran, aunque escasos, en las manos expertas y agrietadas de nuestros artesanos locales, dando forma al botijo, a la tinaja, la orza, la teja… todos ellos con las mismas formas y colores de nuestra tierra.

Cosechas de cereales, campos abiertos al aire. El espliego, el tomillo, la mejorana y los cardos, manan entre las piedras confundiendo el paisaje de colores y aromas que se asemejan al arte.

Sus huertos con olor a higueras, circundados de arroyuelos de cantos rodados que cíclicamente se desbordan o se secan, dependiendo de los años de bonanza o pesadas cargas.

Lugar de paso, Lugar de sitio, en mitad de la Península y en mitad de “Ninguna parte”. Por estar tan alejado del mundo es capaz de conservar su protagonismo y sus dones especiales.

Mª José Manzanares Castellanos