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Quintiliano Gallego Moya: El mejor baño del mundo

By febrero 12, 2019 diciembre 17th, 2019 No Comments

Sirva como justificación al contundente calificativo que le he puesto, el hecho de que mis “primeros pinitos” en el aprendizaje de la natación, fueron en esta laguna, y que en ella aprendieron mis hijos, y están aprendiendo mis nietos. Pero de un modo objetivo creo que podemos asegurar que esta laguna tiene el mejor baño de todas las de Ruidera, por las siguientes razones:

No tiene ningún peligro, y de ello podemos dar fe porque, como la hemos visto sin agua más veces de las que hubiéramos deseado, estamos en condiciones de asegurar, que en su fondo no hay escalones, barrancos o irregularidades que nos puedan dar desagradables sorpresas cuando nos zambullimos. Por otra parte podemos comprobar que, cuando nos adentramos en ella, su pendiente es tan suave que podemos llegar casi al centro sin que nos cubra.

En ella disfrutamos de una arena blanca, suave y limpia, nada cenagosa, que aunque la pisemos repetidamente, mantiene intacta la envidiable transparencia del agua. Esto contribuye a que podamos ver con nitidez los bancos de pececillos diminutos que se nos acercan cuando nos paramos cerca de los bordes, y gocemos del cosquilleo que nos producen jugueteando con el vello de nuestras piernas.

Otra cualidad, nada desdeñable para quienes, por estar ya bastante lejos de años jóvenes, somos poco amigos de las aguas gélidas, la constituye el hecho de que, en los baños del atardecer, saboreamos la temperatura suave de una capa superficial de dos o tres centímetros de agua que ha calentado el sol de nuestras tierras, en sus largas siestas del verano.

Por lo demás, en cuanto al embrujo del paisaje, poco que añadir a la belleza que te presenta la foto que estás contemplando. Sí, que te despojes de posibles pretensiones de espectacularidad; ni grandes cimas, ni precipicios profundos. Todo en el entorno es sencillez. Tienes que aguzar tu sensibilidad para disfrutar de las joyas que por estos andurriales puedes descubrir, tanto en su flora como en su fauna. Habrás oído hablar de sus romerales, sabinares, chaparrales, etc. Yo te recomiendo que, sin espíritu depredador, localices algunas manchas de tomillo albar que hay por las inmediaciones de la laguna, no para destruirlo, como han hecho ya con parte de los sabinares impulsado por la Administración, sino para respirar su delicado aroma, imposible de encontrar ni en las mejores perfumerías de las capitales.

Quintiliano Gallego Moya