Por Mª José Manzanares Castellanos
Los tamborileros la noche del 16 de enero vísperas de san Antón anunciaban con sus tambores redoblando por todo el pueblo y anunciando la proximidad del carnaval.
Entonces todos empezaban a preparar disfraces, comparsas, charangas y carrozas.
A los nueve días antes de carnaval se hacia el Novenario de las Ánimas, los tamborileros recorrían las calles hasta llegar a la casa del Mayordomo de la Cofradía de las Ánimas desde donde comenzaban la marcha hasta el Calvario y allí se efectuaban las oraciones.
Los Carnavales ponían a todo el pueblo en movimiento siendo muy significativa la participación en todos los actos.
El Día de las Ánimas en la Iglesia, en el momento de la Eucaristía se representaba la Danza. Al terminar la misa los danzantes iban al cementerio donde se decía un responso para los difuntos. La Danza siempre se representaba de cara al cementerio tanto al ir como al regresar, con lo cual entonces los danzantes tenían que bailar de espaldas.
El domingo de Piñatas a las 8 de la mañana se ofrecía una misa para los difuntos, a continuación en las antiguas escuelas (en el actual Ayuntamiento), se vestía la Mesa Petitoria decorada con un crespón negro y todas las insignias de la Cofradía de Ánimas, un santo Cristo con un montículo en el pie formado por calaveras, y en especial los bastones de mando del juez y del alcalde.
La Mesa estaba presidida por el alcalde, el juez, el cura párroco, el mayordomo de la cofradía y como ayudantes de ceremonia el sacristán y los monaguillos. Los danzantes hacían dos filas haciendo pasillo, y en la cera de enfrente esperaban su turno todas las personas que durante el año se habían comprometido a pagar una limosna para decir misa a las ánimas. Requería el cura uno por uno diciendo nombre y apellidos, los tamborileros con su redoble le abrían el paso y por orden de nombramiento la bandera cubría el cuerpo del ofertante. A cada uno que pagaba se decía un responso a sus difuntos dentro del local de las escuelas. Los donativos podían ser en moneda o en especie (la rosca, trigo, cebada, etc.), que era lo más común, y en este caso se hacia una subasta pública en la plaza para ver quién pujaba más.
Las funciones de las ánimas estaban anticipadas por el Loberico siendo este el personaje que entre otros de sus cometidos era el encargado de reunir gente antes de cada representación.
Todos los días de carnaval se representaba la Danza de las Ánimas, los vecinos que estaban interesados en dar una limosna ponían en la entrada de su casa un “baleo” (alfombrilla) de esparto para salvar de tierra y barro al abanderado y a los danzantes, que como en todas las representaciones eran precedidos por el resonar de los tambores.
La Danza puede ser una función heredada desde la Prehistoria, se encuentra extendida por toda Europa con diferentes nombres como Danza de las Espadas, de los Palos…, en muchos sitios queda el recuerdo pero en pocos lugares perdura su representación.
En Albaladejo tuvimos la suerte de que continuó ininterrumpidamente hasta 1953. Tras una treintena de años que se dejó de representar se retomó de nuevo en diciembre de 1982 hasta el año 2005.
En la actualidad desde la Asociación Cultural Miliarium se imparten talleres gratuitamente para conseguir revivir esta tradición con el apoyo de los padres, jóvenes y niños que colaboran para hacer realidad su representación en los Carnavales.