por José María Lozano Cabezuelo y Agustín Clemente Pliego
Cita bibliográfica:
Lozano Cabezuelo, J.M. y Clemente Plaza, A. (2023). El testamento de Francisco de Quevedo desde su vida y su obra. Biblioteca de Autores Manchegos, Diputación de Ciudad Real.
En el Campo de Montiel estamos de enhorabuena por la publicación de “El testamento de Francisco de Quevedo, desde su vida y su obra”, trabajo realizado por dos eruditos en la materia, José María Lozano y Agustín Clemente. El libro trata de uno de los valores más potentes de nuestra Comarca: Francisco de Quevedo y Villegas.
José María Lozano Cabezuelo es un estudioso del escritor . Es de Torre de Juan Abad y ha sido director de la Casa-Museo de Quevedo durante muchos años. Actualmente es Consejero del Instituto de Estudios Manchegos. José María ha escrito varios libros sobre Quevedo. Se podría asegurar que es la persona que mejor conoce al autor, sobre todo, en lo relacionado con la Comarca del Campo de Montiel.
Agustín Clemente Pliego es de Castellar de Santiago. Es doctor en Filología Hispánica y ha dedicado su vida a la docencia. Sus estudios se han relacionado con la cultura popular, el habla y las costumbres de su pueblo y del Campo de Montiel. A este respecto ha publicado varios libros.
El libro que han escrito ambos es una combinación de biografía, de ensayo, de antología de su obra y contiene un estudio muy detallado de un documento inédito y de suma importancia: el testamento de Quevedo.
El desarrollo de la obra es lineal y la lectura se hace muy amena. Cabe resaltar el carácter didáctico del texto, pues se incluyen informaciones y notas aclaratorias sobre acontecimientos históricos, lugares, edificios, instituciones culturales, recintos religiosos y militares estrechamente relacionados con la vida de Quevedo. Además, el libro contiene un gran número de ilustraciones, fotografías, mapas, planos de lugares visitados por Quevedo, así como pinturas de personajes con los que se relacionó, y de objetos como muebles, cuadros y espadas que figuran en su testamento. Todo ello con el fin de animar la curiosidad del lector. Porque…como los autores dicen: Una Imagen vale más que mil palabras… aunque quizás en este caso sería mejor decir que una palabra de Quevedo vale más que mil imágenes.
Con este libro, los autores han querido dar a conocer a los lectores la vida y obra de Francisco de Quevedo y mostrar una reproducción fotográfica del testamento y su transcripción, ofreciendo un análisis del texto que nos permite conocer el universo en el que vivía Quevedo. Para la transcripción, trabajo muy laborioso y detallado, han utilizado los antiguos diccionarios de Covarrubias y el de Autoridades, aunque también han consultado otros más actuales como el diccionario de la Lengua Española y el Panhispánico del Español Jurídico.
Fco de Quevedo nació en 1580, en Madrid y murió en 1645, a los 65 años, en Villanueva de los Infantes. Vivió durante el reinado de tres reyes: Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Su vida estuvo entrelazada en el devenir histórico de esa época pues sus padres y abuelos trabajaron para los reyes y se educó en la corte, incluso de niño jugó con el futuro rey Felipe III, con quien se llevaba apenas dos años.
En el libro, los autores relatan cómo Quevedo siempre estuvo apegado a la nobleza: fue muy amigo de duques y condes y, de hecho, trabajó como secretario del Duque de Osuna (virrey de Sicilia y Nápoles), e incluso llegó a ser secretario del rey Felipe IV.
Por sus líneas, aprenderemos de su vida en Sicilia y Nápoles; de los destierros en esta Villa de la Torre y de su encarcelamiento en el Convento de San Marcos, de León, hoy, convertido en Parador Nacional.
Hay un capítulo que llama especialmente la atención y es el dedicado a la educación que recibió Quevedo. En él se hace una descripción del sistema educativo que siguió este gran humanista, pues, aunque estudió Filosofía y Artes, fue un genio en todo, ya fueran ciencias o letras.
De especial interés para los campomontieleños es la parte dedicada a nuestra Comarca.
Quevedo vivió en el Campo de Montiel, comarca de resonancias históricas y literarias: tenemos a Francisco de Quevedo, Jorge Manrique, Bartolomé Jiménez Patón, Santo Tomás de Villanueva, Fernando Yáñez de Almedina, Pedro I el Justiciero y Cervantes que sitúa en esta comarca muchas de las aventuras de Don Quijote.
Fco. De Quevedo residió una sexta parte de su vida (7 años) en la Torre. Conocería los alrededores: el santuario de la Virgen de la Vega, la torre de Xoray, quizás Fuenllana… e Infantes, donde vivió los últimos meses de su vida.
Los autores nos cuentan las razones por la que vino a parar a esta tierra; por qué consiguió el Señorío de Torre de Juan Abad y de cómo se convirtió en caballero de la Orden de Santiago.
En Torre de Juan Abad está la casa de Francisco de Quevedo, hoy convertida en Casa-Museo y en él se conserva un documento de muchísimo valor: el 2º Testamento con su codicilo que Quevedo mandó escribir el 26 de abril de 1645, cuando notaba que se le acababa la vida, aunque murió unos meses después, el 8 de septiembre de ese año.
Para ser exactos, Quevedo redactó dos testamentos, el primero, el 25 de marzo, día de San Marcos. En el Campo de Montiel se celebra con un día de campo, comiendo el hornazo o bollo preñao, y atando con tres nudos haces de mies sin arrancarla, para alejar los demonios. El segundo testamento lo redacta al día siguiente, 26 de marzo; al experimentar una mejoría en su estado. Es éste un testamento mucho más completo y es el documento que se analiza más detalladamente en el libro.
Un tema muy controvertido es el de la relación de Francisco de Quevedo con las mujeres y su matrimonio con una viuda, doña Esperanza de Mendoza, Señora de Cetina. Se ha hablado mucho de su misoginia, pero en realidad no fue así. De hecho, escribió un texto en defensa de las mujeres que sorprende por su actualidad.
Y también nos hablan de la legendaria rivalidad entre Góngora y Quevedo, que fue más de Quevedo contra Góngora, aunque estudios recientes revelan que no existió dicha rivalidad y que más bien fue un invento de la crítica del siglo XVIII.
Los autores dedican un apartado al Quevedo convertido en protagonista de anécdotas y chistes de tradición oral que en muchos casos son inventados.
Por último, hacen un relato pormenorizado, y no falto de ironía, del peregrinaje de sus restos mortales, porque, a pesar de haber dejado muy claro en su testamento dónde quería ser enterrado, sus amigos y albaceas decidieron enterrarlo en otro lugar.
La segunda parte del libro la dedican al estudio del 2º Testamento, donde los autores hacen un análisis detallado del mismo, desde diferentes puntos de vista, como el lenguaje, las costumbres, los bienes que lega, las personas a los que lega. Es curioso el exotismo con que se refiere a algunos bienes, Moscovia, Nápoles, China, Lyon, Damasco… parece como si en sus últimos días, quisiera traer a su recuerdo esa vida cosmopolita que había vivido y a la que nunca más volvería.
Para finalizar, tal y como confiesan los autores, con este libro lo que desean es que su trabajo sirva para conocer mejor a Quevedo y el mundo en el que vivió; para leer o releer su obra y para animar a visitar los lugares del Campo de Montiel por donde vivió, gozó, sufrió, escribió y murió Francisco de Quevedo y Villegas.
Reseña realizada por Guadalupe Díaz.