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PATIOS SINGULARES EN VILLANUEVA DE LOS INFANTES

By agosto 8, 2024 No Comments

Reseña literaria realizada sobre el libro «Patios Singulares. La casa patio y el patio manchego en Villanueva de los Infantes«, autor Carlos Javier Rubio.

El patio de las casas manchegas tradicionales es un espacio de singular importancia que trascendió el ámbito doméstico y se extendió a los edificios públicos y eclesiásticos. Hay ejemplos de estos patios en la mayoría de los pueblos del Campo de Montiel, pero es Villanueva de los Infantes la localidad que más patios desarrolló y ha conservado.

Carlos Javier Rubio Martínez, profesor, historiador y natural de Villanueva de los Infantes, ha estudiado los patios más significativos de su pueblo y ha recopilado este patrimonio arquitectónico tradicional en un magnífico libro-guía editado por el Ayuntamiento de Villanueva de los Infantes y la Plataforma Campo de Montiel – Origen del Quijote y que ya va por su segunda edición. El libro tiene el sello de Carlos Barraquete, que ha conseguido un diseño elegante y estético, al que ya nos tiene acostumbrados, incluyendo preciosas fotografías y una reproducción de un óleo sobre lienzo de Miguel Medina que recrea una escena cotidiana en un patio del siglo de Oro.

El libro comienza con una introducción en la que Carlos Javier ofrece información genérica sobre las casas-patio y el patio manchego en Infantes. A continuación, estructura el libro en ejemplos de patios clasificados por su uso y por las clases sociales a las que pertenecen: los patios de edificios públicos; los patios de la nobleza; los patios del clero; los patios de las clases altas del estado llano; los patios de las clases populares y los patios modernos.

Reproducimos a continuación, un extracto de la introducción y las fotografías de algunos patios de Infantes.

La casa-patio es una de las tipologías más interesantes de arquitectura vernácula en La Mancha. Es un modelo constructivo con elementos invariables presentes en casi todas las culturas mediterráneas, desde el mundo griego al islámico. Esto se debe, entre otros motivos, a la buena adecuación de estos edificios al clima regional. De hecho, las casas-patio estaban bioclimáticamente diseñadas para amortiguar las temperaturas extremas, para aprovechar al máximo las escasas precipitaciones anuales y para controlar el soleamiento. Los usos principales de estas construcciones eran de carácter doméstico; sin embargo, muchas contaban además con otros espacios con finalidades económicas, tales como almacenes, bodegas, cuadras o talleres. Como su nombre indica, la característica principal de las casas-patio era tener un descubierto (el patio) por centro y corazón de la vivienda, el cual distribuía todas las dependencias y las conectaba con el exterior a través del zaguán. La complejidad de las casas manchegas y la importancia del patio hicieron que muchas multiplicasen el número de estos descubiertos, quedando unos destinados al uso doméstico y otros como corrales y patios de servicio.

Funcionalmente, el patio era el lugar semi-público que intermediaba entre la calle y las habitaciones y aposentos. De hecho, era tradicional que estas casas, y en concreto las populares, tuvieran sus puertas de la calle abiertas durante el día. Para guardar la intimidad, los patios se escondían de la vía pública mediante zaguanes y entradas acodadas. El patio era el lugar donde relacionarse, recibir visitas, celebrar eventos y donde las mujeres hacían tareas de costura e, incluso, de lavandería. Así, en los patios populares y en los de servicio de las casas principales no era raro encontrar un pozo y una pila. Igualmente, se solían utilizar sus muros de soleamiento para instalar galerías que, además de permitir el acceso a las habitaciones, eran aprovechadas para deshidratar alimentos y secar las coladas. En patios más complejos, estas galerías llegaban a rodear todas las pandas perimetrales. No se desperdiciaba tampoco, y especialmente en los populares, la oportunidad de formar dentro de ellos pequeños jardines con macetas, parras y algún árbol frutal u ornamental.

Villanueva de los Infantes fue una de las poblaciones de La Mancha donde con más claridad triunfó la casa-patio. Esto fue debido a su emplazamiento en llano y a haber tenido su desarrollo urbano en el siglo XVI, en un momento donde se abandonaba el uso de las murallas y se podían planificar manzanas y viviendas más espaciosas. La concentración en Villanueva de los Infantes de la vida política, económica y cultural de buena parte de La Mancha del Siglo de Oro, así como la cercanía de los materiales de construcción (madera de las sierras de Alcaráz y Segura, y piedra de las canteras locales), también ayudaron a que este modelo de viviendas se generalizase.

El patio más común en Infantes fue el planificado, de planta cuadrada, formado a partir de cuatro crujías y peristilado mediante columnas con zapatas que sostienen un segundo cuerpo formado por galerías abiertas con balaustres y pies derechos de madera. Este segundo cuerpo está muy vinculado con la arquitectura popular castellana y extremeña, y en Infantes se ajusta rítmicamente con las columnas del cuerpo inferior, lo que indica la importancia que se ha tomado en esta villa la armonía en la arquitectura a lo largo de su Historia. La zona abierta del patio actuaba como auténtico impluvium, de modo que buena parte de las vertientes de los tejados se dirigían hacia el interior. En este sentido, el suelo del patio infanteño se realizaba con grandes losas de arenisca, piedra porosa propia de la zona que permitía absorber el agua de lluvia y drenar las cuevas y pozos, amén de aclimatar la temperatura de la vivienda. En las galerías inferiores, el solado era mediante un empedrado artísticamente decorado con guijarros, ladrillos, tejas y pizarra. En las galerías superiores se usaba, en cambio, la baldosa de barro. Los techos más comunes eran de bovedilla y excepcionalmente se conservan algunos de alfarje. Este tipo de patios también contaban con toldos de lona o de carrizo que se usaban en verano. De hecho, algunos patios aún conservan, junto a los canecillos del alero, las garruchas y argollas que sujetaban las cuerdas del toldo.

Los patios también han dejado evidencias de la desigualdad social existente en el Siglo de Oro, dividida ésta en estamentos privilegiados y no privilegiados jurídicamente, tales como nobleza, clero y estado llano. Los hidalgos aprovecharon los patios para marcar su condición nobiliaria a través de emblemas en capiteles y zapatas, así como dotándoles de un aspecto palaciego, usando para ello columnas jónicas y decorando el techo de las cajas de escalera con bóvedas de media naranja. El clero y los grupos de prestigio del estado llano, como dones y profesionales de artes liberales también se esforzaron por dotar sus casas de modestos patios peristilados. Sin embargo, en los grupos inferiores, levantar una casa-patio de estas características fue un reto que sólo algunos consiguieron hacer realidad, en muchas ocasiones usando materiales reciclados.

A lo largo de los siglos XIX y XX los patios infanteños fueron sufriendo importantes reformas que están en consonancia con la decadencia del poder económico de la población y el aprovechamiento del espacio doméstico de una forma más intensiva, íntima y privativa. En este periodo buena parte del patrimonio inmobiliario infanteño fue mercantilizado y los nuevos inquilinos generalizaron el cierre de las galerías superiores con vanos o cristalera. También las galerías inferiores y otros espacios comunales fueron compartimentados para hacer nuevas dependencias; e igualmente se hicieron segregaciones parcelarias en las grandes casas-patio, algunas de las cuales hicieron dividir los patios con muros medianeros. No obstante, estas modificaciones en muchos casos no eliminaron los elementos arquitectónicos originales, que han quedado escondidos bajo las paredes y que aún hoy son recuperables.

Paralelo a este fenómeno, y en especial a partir de la segunda mitad del siglo XX, se ha llevado a cabo la construcción de viviendas de nueva planta que en muchos casos han tomado como modelo la arquitectura vernácula, integrándose en el conjunto urbano a través de una volumetría horizontal, el uso de teja árabe y de forja artesanal, y del enjalbegado de los muros. Los patios de estas nuevas viviendas potencian los elementos ornamentales y decorativos propios a la identidad regional; así como a las actividades y formas de vida tradicionales. Muy común, y de influencia andaluza, es la colocación de una fuente artística en el centro de la estancia.